Uno de los mitos más repetidos sobre el Madrid antiguo habla de un Lavapiés judío, supuestamente el lugar de residencia de los judíos de la capital. Algo de lo que no solo no hay pruebas sino que es altamente improbable.
El origen del nombre de Lavapies ha dado para muchas explicaciones. Pero cuando no hay certezas, se cae en el mito y en una re-construcción poco seria de la historia, y parece que eso ha sufrido este barrio.
Para explicar el origen de Lavapiés se ha mencionado durante mucho tiempo una supuesta vinculación de la zona a una judería, un lugar en el que vivían concentrados los judíos apartados del resto de la población. Así se construyó la leyenda muchas veces repetida de un Lavapiés judío.
Lo que dice el mito del Lavapiés Judío
El mito que se reproduce en libros y webs de todo tipo dice algo parecido a lo siguiente:
Lavapiés era el lugar donde se concentraba la población judía de Madrid. Era una judería, y por lo tanto vivían aislados del resto de la población cristiana.
Era tal el desprecio de los cristianos de la época a la población judía que tras entrar alguno de ellos en la judería, antes de salir se limpiaban los pies en una fuente para purificarse. De ahí el nombre de Lavapiés.
3 razones por las que no pudo ser judería
1. El Madrid del periodo no llegaba hasta la zona del actual Lavapiés
La judería de existir tendría que haber existido entre la conquista cristiana (finales del siglo XI) al decreto de expulsión (finales del siglo XV)
Al final de ese periodo, el recinto de la ciudad (no solo el amurallado sino contando con los arrabales) terminaba a una gran distancia. Fijándonos como referencia la Plaza Mayor, que era la plaza del Arrabal, que ya existía en este periodo y que estaba en el límite de la ciudad y la Plaza de Lavapiés, hay más de un kilómetro de distancia.
Así que el terreno donde ahora se encuentra Lavapiés estaba todavía más lejos en 1391, cuando tuvo lugar el El único gran progrom o persecución contra los judíos del que hay constancia en Madrid.
Esta persecución, durante la cual los vecinos judíos de la ciudad sufrieron robos y agresiones es un acontecimiento bien documentado. Algunos autores defienden que este acontecimiento ocurrió en un Lavapiés judío, lo cuál es improbable dada la distancia de esos terrenos, que eran seguramente rural.
Y la existencia de un barrio entero ahí más allá de algún caserío aislado es improbable.
Tras los sucesos de 1391 según las noticias que se conservan y que cita Manuel Montero Vallejo (2001) los judíos se podrían haber trasladado desde su antiguo emplazamiento (¿una aljama judía?) junto a la actual Catedral de la Almudena, donde también existía una sinagoga.
Así que solo hay constancia, y parcial, de concentración judía en esa zona de la ciudad, no en el actual Lavapiés.
2. Los judíos de Madrid vivían repartidos por la villa
Y es que de existir el barrio judío probablemente era una aljama, es decir una concentración voluntaria de los que profesan una religión, y por motivos prácticos.
Por apoyo mutuo, tener cerca sus servicios religiosos, escuelas etc. No era un ghetto o un lugar de concentración obligada de los judíos. El Lavapiés judío no sería el único lugar donde vivirían.
Y lo prueba el hecho de que hay constancia de que estos vivían también en otras zonas de la ciudad. Existen evidencias documentales que sitúan a vecinos judíos en torno a la parroquia de San Salvador en el siglo XIV (esto es junto a la actual Plaza De la Villa), y en el siglo XV al sur de Puerta Cerrada y en la Puerta del Sol (que como Lavapiés, también tiene una leyenda muy popular pero falsa). Una muestra de esto se puede encontrar por ejemplo Relación de Propietarios de la Villa (1453), un censo que contiene la ubicación de viviendas de judíos, investigado por Fernando Urgorri (1954).
Así que sí, podía existir una zona con concentración de judíos, pero hay pruebas de que no solo residían allí. Sí pudo tener lugar una concentración después del decreto que ordenaba el apartamiento de musulmanes y judíos, una orden de 1480 de los Reyes Católicos en las Cortes de Toledo.
3. No era una comunidad especialmente perseguida en Madrid
El mito del Lavapiés judío habla de una comunidad aislada y que además provocaba rechazo, de ahí la costumbre de limpiarse los pies al entrar un cristiano en la zona judía.
Aunque el extremismo religioso era habitual, el único caso confirmado de violencia hacia los judíos en Madrid (en 1391 como hemos comentado) provocó rechazo en todo el reino e incluso se creó algo parecido a una moderna comisión de investigación para esclarecer lo sucedido, buscando a los culpables.
Parece que los judíos madrileños tenían una actividad bastante dinámica en la ciudad. Constan en documentos del siglo XV oficios como arrendadores de propiedades, carniceros, traperos, prestamistas…
Es cierto que hay documentación de la época pre-expulsión que indica que en el barrio judío existía un muro de separación con el resto de la ciudad para protegerse de posibles ataques. Luego el clima de violencia religiosa era una realidad, a pesar de que en Madrid no estallase a menudo.
Cómo se ha reproducido el mito
Hasta aquí el mito y los motivos en su contra, pero ¿de dónde viene? ¿Por qué sigue resonando en el siglo XXI? Las raíces están en el siglo XIX español.
La libertad de culto a partir de 1869
Puede sonar llamativo hoy en día pero la religión judía estuvo prohibida en España desde 1492, con la expulsión de los judíos ordenada por los Reyes Católicos, a 1869, cuando se reconoció la libertad de culto.
Aunque el regreso a la legalidad puede decirse que fue más una consecuencia indirecta de la intención de los liberales decimonónicos españoles de restar poder a la Iglesia católica, lo cierto es que ayudó a que se crease ya unas condiciones favorables para volver a aceptar el judaísmo en España.
El re-descubrimiento de los sefardíes
A partir de 1859 con las campañas militares en el Norte de África, el público español tuvo noticias del contacto con las comunidades sefardíes. Un redescubrimiento de la conexión entre los judíos y la nueva España que se estaba forjando. La prensa recogió extensamente la historia de estos sefardíes, y cómo seguían utilizando el castellano como lengua 500 años después de su expulsión.
La derogación (implícita) del Decreto de Expulsión de los judíos, atrajo también la atención y la celebración de los grupos judíos europeos. Entre estos hubo quienes incluso quisieron planificar una vuelta a Sefarad, la vuelta masiva de judíos a España, algo que en realidad los sefardíes parece que tampoco veían con demasiado interés.
Antisemitismo en Europa, filosemitismo en España
La labor de la prensa, la intención de los gobiernos liberales como los de Sagasta de mostrar España como más abierta y tolerante, y la influencia de los movimientos europeos pusieron la semilla de un auténtico filosemitismo que se puso especialmente de manifiesto durante los progroms que se vivieron en Rusia, Polonia o Rumanía y otros durante los años 80 del siglo XIX.
España se convirtió en lugar de acogida, al menos simbólica, para estas personas. E incluso se crearon instituciones como el Centro Nacional de Inmigración Israelita en 1886.
Pero antes de Sagasta ya el presidente de la I República (1874) Emilio Castelar y Ripoll también fue un destacado filojudío, influyendo mucho sus discursos en el congreso a favor de la memoria y los derechos de los judíos en España.
Pero aparte de los movimientos políticos también hubo un gran movimiento intelectual deseoso de recuperar la memoria de los judíos españoles que producirían un auténtico renacimiento de la temática judía en España. Y aquí es donde entran los cronistas e historiadores de Madrid.
La idea de un barrio judío en Madrid
Paralelamente a estos movimientos de reivindicación del pasado judío español se producía en Madrid un movimiento para entender y divulgar la historia de la ciudad. El casticismo pasó a ser un tema de estudio y un buen mercado que supieron explotar autores como Ramón de Mesonero Romanos (1803-1882) o José Amador de los Ríos (1818-1878).
Amador de los Ríos
Se suele incluir a José Amador de los Ríos entre los defensores de un Lavapiés judío. Pero en su obra más madrileña Historia de la Villa y Corte de Madrid (4 tomos entre 1861 y 1864) no lo menciona. Lo que sí menciona repetidamente es el papel de los judíos en la ciudad.
Y es que Amador de los Ríos formó parte de manera muy activa en el movimiento de recuperación de la memoria judía, como queda claro en sus obras Estudios históricos, políticos y literarios sobre los judíos de España (1848) y su mayor obra sobre este tema Historia social, política y religiosa de los judíos en España y Portugal publicada en 1875-76 en tres volúmenes. Era historiador y arqueólogo y esta perspectiva hace de sus trabajos una fuente más fiable que otras.
Al hablar de la situación de los judíos en Madrid habla de una población que aunque apartada era respetada, reinando cierta concordia tras la conquista cristiana de la ciudad. Amador de los Ríos sí cree en la existencia de barrios exclusivos para cada grupo religioso en la ciudad, y lo argumenta apoyándose en la existencia de la Morería, donde presuntamente se concentraba la población musulmana. El insigne arqueólogo e historiador da credibilidad a la existencia de un barrio judío en la capital aunque no dice dónde.
Mesonero Romanos y la morería multiconfesional
La misma idea tiene el periodista, escritor y político Mesonero Romanos, como dice en su libro El Antiguo Madrid (1861)
Después de la conquista es cuando, relegados los moros y judíos a estos confines de la población, formaron su aljama o barrio, que se apellidó desde entonces la Morería. Mal pudieran, en tal estado, emprender en él grandes construcciones, y en efecto, no se han hallado vestigios de ellas.
Mesonero Romanos (1861) El Antiguo Madrid
Así que da por un hecho él también la existencia de un barrio exclusivo para judíos, aunque él sí lo sitúa en la Morería. Lejos por tanto de Lavapiés. Y además deja claro que no hay ninguna prueba o resto para corroborarlo.
Mesonero Romanos y el origen del nombre de Lavapiés
Mesonero Romanos era cauto a la hora de dar su parecer sobre el origen del nombre de Lavapiés, y así lo expresaba en una de sus obras:
Entramos en pleno distrito de Lavapiés o del Avapiés, como antiguamente solía escribirse, sin que acertemos a explicar la etimología de este nombre con la candidez del buen D. Nicolás Fernández de Moratín
Mesonero Romanos (1861) – El Antiguo Madrid
¿Pero qué decía Moratín que tan cándido le parecía a Mesonero Romanos?
«Vinieron con semblantes pudibundos las que habitaban el Austro, donde lavan los pies el agua de árboles profundos»
Poéticamente Moratín parece que estaba refiriéndose a aguas subterráneas que afloraban o quizás a pequeñas corrientes de agua o torrentes.
Mesonero Romanos más bien se hace eco del nombre como unido a corrientes naturales, y no a la otra gran leyenda, el uso de una fuente para lavar los pies, uno de los argumentos de un Lavapiés judío.